martes, 22 de marzo de 2016

La solidaridad vence a la adversidad en el Reto Solidario GR-261 (90km & 4.910m D)


Dicen que el corazón tiene sueños que la razón no entiende y ciertamente así es. El sábado 19 de marzo era la fecha elegida para hacer realidad el Reto Solidario GR-261, un proyecto que nacía hace seis meses a partir de una alocada idea: unir la Comarca del Bajo Cinca de punta a punta en tan solo un día a través de los 90 kilómetros del GR-261. Cuatro atletas nos lanzábamos a la aventura: Enrique Badía, Jordi Puch, Raul Batista y un servidor. Una meta: Chalamera; un propósito: recaudar 4.910€ contra el cáncer infantil, tantos euros como metros de desnivel teníamos que recorrer.


Tras meses de preparación, afinando hasta el último detalle, la meteorología no quiso ser un buen acompañante de viaje. Intensa precipitación destacó durante las horas previas al evento, lluvia que se alargaría durante el transcurso de todo el evento. El GR-261 discurre por la margen derecha de los ríos Cinca y Alcandre, desde Mequinenza hasta Chalamera, zigzagueando entre la ribera de los ríos y las sierras monegrinas, siendo caminos principalmente arcillosos. Las intensas precipitaciones dejaron los caminos repletos de barro, endureciendo notablemente el desarrollo del evento.

A las 9:30h centenares de personas se agrupan ante el Club Capri de Mequinenza para darnos una cálida salida a los cuatro reptantes y a una veintena de atletas que deciden acompañarnos durante los primeros kilómetros. Empieza un apasionante Reto Solidario GR-261 con un "hors catégorie", la subida al Montnegre. Una vez completada esta primera ascensión los atletas vamos avanzando kilómetros hasta alcanzar la población de Torrente de Cinca (km 19).



La plaza ubicada frente al ayuntamiento de Torrente está a rebosar de gente que nos espera para recibirnos y transmitirnos energías para seguir adelante. Reponemos fuerzas y reprendemos la marcha con nuevos acompañantes. La lluvia regresa con fuerza, reduce la visibilidad y deja los senderos anegados. Un paso, requiere la fuerza de cuatro pasos. Sin darme cuenta empiezo a perder la estela del grupo, los isquios se cargan hasta el punto de sentir una primera rampa.


Tras una etapa dura alcanzamos Fraga (km 35.5), entramos juntos, me han estado esperando en el tramo final de ruta. A pesar de la lluvia que cae con insistencia los fragatinos no dejan escapar la oportunidad de brindarnos su apoyo. Repongo fuerzas con una ensalada de pasta y me muestro convencido para seguir. Faltan 54.5 kilómetros, pero si pretendo acabar debo relajar las piernas. En medio de una gran ovación nos despedimos de Fraga, nuestro pueblo natal. Me acerco a Enrique, Jordi y Raul y les transmito que sigan adelante, a su ritmo, no puedo seguirles y no quiero que me esperen. Empieza un nuevo reto, a partir de este instante avanzaré en solitario.



En mi cabeza resuena con insistencia una única frase "El sufrimiento puede durar un día, una hora, un minuto, un segundo… pero la satisfacción es eterna". A mitad del camino se acerca Carlos Badia, de Protección Civil, para asegurarse que me encuentro bien. Le comento que estoy cansado de piernas, pero animado. Afronto el segundo y último "hors catégorie" de la jornada, la ascensión a la Magdalena. Voy tatareando canciones y sin darme cuenta corono la cima, donde encontraré a la patrulla de la Policía Local de Fraga: "¡Ánimo, ya queda menos!".


Tras unos kilómetros llaneando viene un descenso, por un entorno inigualable, hasta la población de Velilla de Cinca (km 53.8). Una vez más, cálida recepción. Toca reponer fuerzas y seguir adelante, a pesar de las inclemencias meteorológicas. Siguiendo la línea del GR, toca remontar la sierra monegrina para emprender un largo camino hasta Ballobar. Los colores rojizos de la puesta de sol empiezan a crear una mezcla de composición y ambiente que llega a crear las imágenes más conmovedoras e impactantes que podamos imaginar. Unos instantes de silencio, luz y pausa en medio de un día gris.





Regresa la lluvia, el cielo oscurece, sigo avanzando. Sonia Llambrich y Carlos Badia me están esperando a falta de una par de kilómetros para alcanzar Ballobar, resurgen las fuerzas: "¡Estoy en Ballobar! ¡Ya llevo 65 kilómetros!". Los porches del ayuntamiento albergan a decenas de personas que me regalan una agradable bienvenida. Pregunto por Raul, Enrique y Jordi, me comunican que avanzan a buen ritmo, están una hora por delante, me alegro muchísimo. Ahora toca afrontar la peor de las etapas, Ballobar – Ontiñena. Parece ser que el tramo está muy delicado y técnico por las lluvias de las últimas horas.




Salgo de la población y la negra noche se apodera del entorno. Me encuentro con tres ciervos espantadizos ¡quien pudiera correr como ellos! A pesar de que en los primeros kilómetros el estado del sendero es impecable, la situación cambia radicalmente al paso de los minutos. Los pies se hunden en el barro, cuesta avanzar. Las aguas del río Alcanadre rujen con fuerza. El camino se estrecha hasta tal punto, que apenas un metro de sendero separa el río de la ladera. Resbalo, las pulsaciones se disparan, no he caído al Alcanadre de milagro. Sigo adelante y el camino recupera anchura. Pero el estado de la ruta empeora, el sendero ya no es solamente un barrizal, ahora es un riachuelo. Mientras, resplandecen relámpagos en la lejanía, deseo que la tormenta no se acerque. Como broche final, debo cruzar una barranquera donde el agua me llega hasta las rodillas ¡Esta etapa está siendo un calvario!



Dejo atrás unos kilómetros para olvidar y remonto la sierra. En la margen izquierda del Alcanadre diviso a Enrique, Jordi y Raúl. Ellos ya han superado la población de Ontiñena y van camino de Chalamera. ¡Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo! Hacemos un intercambio de luces, no hacen falta palabras, tres luces de energía para afrontar los últimos kilómetros ¡Esto ya lo tenemos! Alcanzo Ontiñena, me están esperando a la entrada de la población. Voy cansado, concentración máxima, emoción a flor de piel. Solamente quedan por afrontar 12 kilómetros. Intento reponer fuerzas avituallando, ya no tengo muchas ganas de comer ni beber, pero lo hago, debo llegar. Cada palabra, es una llama de esperanza.


Protección Civil controla mi paso por el puente de Ontiñena, donde cruzo el río Alcanadre. Vuelvo a adentrarme en la oscuridad del sendero, Chalamera está más cerca. Tengo la mente en blanco, solamente avanzo. Tan solo el rugido de las aguas del río interrumpe el silencio más absoluto. Tras unas millas me despido del río definitivamente y me dirijo a través de huertas hacia la carretera A-131, donde me espera Protección Civil para regular de nuevo mi paso. Pero antes recibo la noticia de la llegada de los tres valientes a meta ¡¡Alegría inmensa!!


Antes de llegar a la carretera se me genera una herida en la planta del pie, por unos instantes rabio de dolor. Cojeó un poco, pero en seguida podré reponer la marcha. Alcanzo la carretera, les comento a Protección Civil que voy un poco lento, me animan y voy restando kilómetros por la carretera. Tras cruzar la Acequia de Chalamera abandono la carretera y me desvío a mano derecha. Toca remontar la sierra.


Los últimos kilómetros pasan muy rápido, sé que estoy a punto de cumplir un gran sueño. Las piernas renacen como las flores en primavera. La luna aparece de entre las nubes, se empiezan a observar las primeras estrellas en el cielo, me alegro que por primera vez en todo el día la previsión no acierte. Llego a la imponente Iglesia de Santa María de Chalamera, más conocida como ermita, dado que se encuentra solitaria en medio de una sierra. Estos pocos kilómetros restantes se me harán más pesados.


Veo una casa, dos… ¡tres! ¡Estoy en Chalamera! Solo entrar en la población me encuentro con los tres más grandes: Enrique, Jordi y Raul ¡Saltamos de alegría! Me acompañan por las calles, último esfuerzo, última rampa y meta. Un sueño cumplido, 90 kilómetros en 14h 43’, recorrida toda la Comarca del Bajo Cinca.

El reto no lo hemos superado solo nosotros, también lo han superado los atletas que se han unido en las diferentes etapas, las chicas de la AECC Bajo Cinca que nos han recibido en cada una de las etapas, los miembros del C.A. Fraga - Bajo Cinca, ayuntamientos, Protección Civil, Cruz Roja, Policía Local de Fraga, Guardia Civil, familiares y amigos. Hoy, gracias a todos ellos, estamos un poco más cerca de vencer el cáncer infantil.


Más información sobre el Reto Solidario GR-261 en: www.gr261.info




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Apasionado de la montaña y el alpinismo, Ultra Trail Runner y esquiador nórdico. Un enamorado de mi tierra y cultura. Seguir leyendo→

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